Hace ahora algo más de diecisiete años (hay que ver cómo
pasa el tiempo) que andaba yo atareado con las actividades de ANSER, rumiando
un proyecto de conservación consistente en poner una serie de hides a
disposición de fotógrafos, y conseguir a cambio unos ingresos que serían
destinados a proyectos y actividades de conservación.
Los comienzos fueron duros, y sobre todo muy trabajosos,
pero con la ayuda de algunos compañeros, conseguÍ ponerlo en práctica al año
siguiente. Había nacido lo que dimos en llamar “Programa de Imagen y Naturaleza
de ANSER”, que acaba de cumplir hace unos días la friolera de dieciséis años de
forma ininterrumpida.
Nunca me plantee una duración en el tiempo, pero si por
aquellos comienzos me hubieran dicho que dieciséis años después íbamos a
continuar con la tarea, como mínimo creo que me habría puesto las manos en la
cabeza.
La idea primigenia, y la que nos hemos esforzado en mantener
en ANSER(y conseguido hacerlo) era y es llevar a cabo una gestión desde la
conservación, dando prioridad absoluta a esta, estudiando cada caso para
minimizar al máximo las molestias, estableciendo importantes limitaciones,
llevando a cabo laboriosas tareas de campo, y por supuesto evitando convertirlo
en una actividad empresarial, por entender que no perseguimos un negocio
económico, sino un modelo de explotación racional de los recursos naturales,
que han de revertir en su gran mayoría en la propia conservación de las
especies fotografiadas, o en otras de la zona, y siempre en los titulares de
las explotaciones agrícolas y ganaderas.
Bien es cierto que con el tiempo (especialmente en los
últimos años) han surgido multitud de empresas dedicadas a estas mismas
actividades, y todas, al menos a priori, me merecen todo el respeto. Pero no es
el mismo planteamiento que en su día formulé y por el que he luchado duro todos
estos años. Sigo pensando que por muy buenas intenciones que una empresa tenga,
puede ser complicado no cruzar la línea para conseguir un poquito más de
beneficios. En fin, habrá de todo, y no es mi intención generalizar. He
ofrecido mi asesoramiento en muchos casos, y me hubiera gustado que se
materializaran en modelos similares al de ANSER y no de tipo empresarial, pero
sé que eso es difícil; más en los tiempos que corren.
Me dicen a veces mis compañeros, que para mantener el modelo
que yo ideé en su día hace falta estar un poco loco. Reconozco que lo debía
estar entonces, y debo seguir estándolo. Aunque confieso que he tenido momentos
muy bajos, en los que he estado a punto de abandonarlo todo, también he
experimentado grandes satisfacciones. Sobre todo cuando haces balance de todo
lo que se ha conseguido durante estos años gracias a los fondos recabados:
hemos conseguido duplicar la población de Aguiluchos en La Serena, contribuir
al mantenimiento de especies como la Avutarda o el Sisón con estudios sobre la
accidentalidad en vallas y tendidos eléctricos, kilómetros de señalizaciones,
hemos puesto en marcha un proyecto de recuperación del Cernícalo Primilla y la
Carraca, colocación de cajas nido en tendidos eléctricos, construcción de un
edificio para estas aves (Primillar), otro proyecto sobre la protección de las
Aves Urbanas, otro más sobre las zonas estepáricas, otro sobre las Grullas
durante la invernada, multitud de actividades de educación ambiental,
publicaciones, jornadas, congresos,… Todo ello te anima a continuar en la
brecha. Y como no, también te anima el hecho de recibir una carta desde
Alemania, de una señora a la que no conoces, y que te da las gracias por lo
feliz que ha sido su marido fotografiando Avutardas. ¡Qué cosas!
Y ahora por fin ha surgido una nueva iniciativa, y esta vez
siguiendo un modelo no empresarial sino social, y por tanto similar al de
ANSER. Tengo que decir que no quepo en mi gozo, tanto por ver como se pone en
marcha una iniciativa del tipo que tanto he preconizado, como por el hecho de
haber tenido la oportunidad de probar el hide con unos magníficos resultados.
Esta nueva iniciativa, que ha surgido de la mano de mi amigo
Sebastián Molano (excelente fotógrafo, mejor persona, y al parecer “otro loco”)
se sitúa en la provincia de Cáceres, no lejos de la capital, y en concreto en
la localidad de Aldea del Cano. Ubicado en una dehesa propiedad de la
Asociación Francisco de Asís, este hide tiene una labor puramente social, ya
que servirá para autofinanciar la residencia de atención a disminuidos
psíquicos de la entidad. Se puede reservar en el correo: asociacionfranciscodasis@gmail.com
o bien a través del teléfono 609-861 719.
Desde este hide se pueden fotografiar diferentes especies de
aves que entran a la carroña, en un marco inmejorable. Tiene especial
importancia en el lugar el Milano Negro, aunque también está presente su pariente
el Milano Real, y no faltan las tres especies de Buitres (Leonado, Negro y
Alimoche), así como un grupo de Cuervos que se dedican a importunar a unos y
otros. Pero la sorpresa ha sido la aparición de la joya de la corona: Nada
memos que el Águila Imperial está haciendo acto de presencia en este comedero,
para la delicia de los fotógrafos que hemos tenido la suerte de acudir a él.
Manuel un trabajo soberbio, fue un dia de traca, el Aguardo de categoría superior un trabajo bien hecho por el amigo Sebastian.
ResponderEliminarUn saludo desde Zumaia.