miércoles, 22 de diciembre de 2010

Focas en Donna Nook

Durante los días 26 al 29 de Noviembre realicé un viaje fotográfico a Donna Nook en compañía de dos grandes fotógrafos y mejores compañeros: Juan Carlos Muñoz (pero ojo, el del Sur) y Daniel Jiménez. Las expectativas eran altas, tanto por tener la oportunidad de fotografiar focas en semejante entorno, como por el hecho de realizar el propio viaje y la estancia en compañía de unos grandes amigos, con los que en ocasiones anteriores tanto me había reído, y en general había pasado tan buenos ratos. A pesar de ello hoy puedo decir que esas expectativas fueron felizmente superadas.



Son muchos los artículos que pueden verse en la red sobre Donna Nook y las focas, y por tal motivo no tenía pensado dedicar una entrada en el blog a este tema (máxime cuando tengo en mente otras muchas cosas que mostrar desde hace tiempo); no obstante las llamadas y los correos recibidos en los días posteriores al regreso, por parte de distintos compañeros que tenían o tienen previsto hacer el mismo viaje este mes, unido a la selección de imágenes que hice durante parte del puente, cuando la lluvia (y los controladores aéreos) no daban cuartel, me animó a escribir este texto y publicar así la presente entrada.



No voy a hablar aquí, por considerar que está suficientemente documentado, de cosas como la historia de Donna Nook, comenzando por el propio nombre y terminando por la creación del campo de tiro de la RAF, ni tampoco de la importancia del enclave para las focas, ni de la espectacular concentración de estos animales en el lugar, ni siquiera del tortuoso camino que hay que recorrer para acceder al mismo.

En lo que me voy a centrar es en lo que me preocupaba antes de hacer el viaje, y a tenor de las preguntas que me han hecho otros fotógrafos, en las preocupaciones generales de aquellos que en un momento dado tomamos la decisión de acudir a este sitio en particular, para fotografiar focas. Esas cuestiones son básicamente el control sobre los fotógrafos (en el acceso a la playa), el mejor horario para fotografiar, la forma de combatir el frío, el equipamiento necesario y la protección de este, y además una serie de apreciaciones personales.

Foca jugando con su cachorro. Imágenes tomadas desde la valla.


Madre e hijo disfrutando como enanos, a pocos metros.


Para mí, el cachorro está riendo.


Comenzando por el control de acceso a los fotógrafos, desde hace años se viene especulando con la posibilidad de que cierren el acceso de fotógrafos a la playa, bien de forma total, o bien que se restrinja el número de personas, y que se exija una autorización especial. Por el momento lo que hay son unos informadores que te explican que no es recomendable pasar a la playa, y las razones que exponen para ello es que existe un alto grado de mortandad de bebés foca debido a las molestias, y que al mismo tiempo es posible fotografiar a los animales desde la valla sin causarles molestias. Cuando tu les dices que quieres pasar a la playa para tomar imágenes diferentes, que vienes de muy lejos para ello, y que vas a respetar en todo momento a los animales asegurándote una oportuna distancia y usando siempre teleobjetivos, se limitan a sonreír y a decirte que de acuerdo, pero que tengas en cuenta que van a vigilarte con prismáticos y si observan un mal comportamiento irán a expulsarte.

Comienza a nevar.




Estamos ante la eterna lucha del fotógrafo de naturaleza: tener que demostrar en todo momento un profundo respeto por la naturaleza, y la total inocuidad de sus acciones, o como mínimo una muy escasa afección al entorno. Vamos por partes.
Todo el mundo habla de una posible restricción en el acceso. ¿Pero es que no existe ya? Si a la playa sólo se permite el acceso durante los fines de semana, es decir, dos días de cada siete, ¿no es eso una restricción importante?

El fuerte viento reinante transporta gran cantidad de arena.


Los informadores dicen que “es posible fotografiar a las focas desde la valla”, y tienen toda la razón. De hecho algunas de las imágenes que más valoro de cuantas hice en este viaje, están tomadas desde la valla; pero también es cierto que otras de igual valor las tomé en el rompiente de las olas. También te hablan de “un alto grado de mortandad de bebés foca debido a las molestias”.





Cuando tu llegas un sábado a primera hora y descubres algunos cadáveres que te parecen más o menos recientes, pero con algo de arena por encima, lo que te hace pensar que con toda seguridad llevan allí uno o dos días a lo sumo, caes en la cuenta que debieron morir cuando no había fotógrafos en la playa. La confirmación definitiva la tienes al día siguiente, cundo compruebas que la arena ya cubre algo más los cuerpos, confirmando que la datación anterior es correcta. Alguien podría pensar que los cachorros muertos fueran abandonados el fin de semana anterior (cuando había fotógrafos), pero para ello tendrían que haber estado abandonados y agonizantes un mínimo de 4 ó 5 días, lo que en una edad tan corta y con unas condiciones climáticas tan adversas me parece muy poco probable. Pero vamos a la cuestión más importante: ¿realmente las muertes de los cachorros de focas se deben a las molestias de los fotógrafos? Tal y como los informadores lo expresan, parece ser que si, pero preguntando y buscando en la red no he encontrado ningún estudio realizado en la zona que avale tal aseveración. Aprovecho para pedir aquí que si alguien conoce algo al respecto, por favor, que lo diga. Tampoco he encontrado estudios sobre los efectos de la contaminación en la zona, para los que sería imprescindible atrapar animales y tomar muestras. Sin embargo para conocer la incidencia de los fotógrafos sería muy fácil balizar una parte de la playa y prohibir el acceso a la misma, y después comprobar si en ese espacio la mortalidad de cachorros es menor, o llegar todavía más lejos, comprobando si las focas prefieren en mayor o menor medida ese santuario, o por el contrario no les importa compartir espacio con los fotógrafos. Pero un estudio tan simple quizá no se realice, no vaya a ser que ofrezca unos resultados que no interesen.







No se puede negar que la fotografía de naturaleza tiene el lastre de cierta leyenda negra, en mi opinión más por imaginación que por realidad, pues muchas de las opiniones negativas que hay por ahí son de oídas y las transmite gente que ni se ha molestado en ver cómo se hacen las cosas (lo digo con conocimiento de causa, por haberlo sufrido en relación a los hides de Avutarda de ANSER) pero también es cierto que como en todos los colectivos y en todas partes, existen individuos indeseables, y uno solo de estos puede hacer un gran daño a la mayoría. En el caso particular que nos ocupa, es cierto que circulan por ahí algunas imágenes en las que claramente se puede apreciar una aproximación exagerada y hasta una interacción desmedida con las focas. Pero insisto que para opinar primero hay que ver. Y al menos los que hicimos juntos este viaje no vimos en ningún momento comportamientos negativos por parte de los fotógrafos que allí nos dimos cita, y no creo que fuera por la vigilancia de la que nos advirtieron, pues desde donde estábamos los informadores no nos podían ver ni con prismáticos, ni con telescopio ni con nada. Por el contrario si vivimos experiencias verdaderamente curiosas, en las que estando en un punto fijo, las focas se aproximaron a nosotros por pura curiosidad, llegando a situarse a menos de un metro, y obligándonos a retirarnos para poder estar a una distancia mínima de enfoque. Al mismo tiempo se veían algunos individuos que se mostraban recelosos a gran distancia. ¿Qué significa todo esto? Pues sencillamente que, lo mismo que las personas, en el mundo animal hay tantos temperamentos y caracteres como seres; desde el más osado al más temeroso, y desde el más curioso al más recatado. Y el que crea que todos los animales son iguales, se equivoca.



Llegados aquí, yo lanzo esta pregunta: Los que no hayan vivido la experiencia ¿qué tipo de comentarios podrían hacer si alguien presenta, con toda intención o sin ella, una fotografía de ese momento en que la foca, por propia iniciativa avanzó hasta situarse a pocos centímetros de nuestro teleobjetivo? Pues seguro que la mayoría no diría nada bueno.

Persecución de machos.


Las peleas entre machos no suelen ser frecuentes ni durar mucho.


Primer plano de macho después de una pelea.


Pero sigamos con el segundo punto que planteaba, el referido al mejor horario para fotografiar en la zona. Todos los artículos que leí antes del viaje, y la información directa que me dieron indicaba lo mismo: lo mejor estar en el sitio lo antes posible, a primera hora, dentro por supuesto del horario de marea baja. Esto puede hacernos pensar que el madrugón es imprescindible para conseguir las mejores luces o una mayor actividad de las focas, o el mejor sitio donde ubicarse. Sin embargo lo que puedo decir es que a primeras horas no tienen por qué conseguirse mejores luces, pues lo habitual en la zona es que el cielo esté cubierto, y si hay una luz tamizada, en mi modesta opinión es preferible que esté alta y no baja (cuestión de gustos quizá). Lo que sí es cierto es que a primera hora se produce la gran avalancha de fotógrafos en la playa, y que el rompiente de las olas se encuentra casi a contraluz (cuando hay algo de sol, claro está) y que en torno a mediodía la gente se va retirando (posiblemente los fotógrafos locales se vayan a comer), con lo cual durante la tarde en la playa sólo están las focas y algún que otro fotógrafo aislado. El primer día a partir de las 14:00 estuvimos 4 personas, y una hora más tarde sólo mi amigo Dani y yo, mientras que el segundo día, el mismo compañero de fatigas y quien suscribe tuvimos la suerte de estar solos con un montón de focas desde las 12:00 hasta el final de la tarde, porque estaba nevando y se preveía empeoramiento, aunque al final el tiempo mejoró y hasta tuvimos momentos de sol (los meteorólogos británicos también se equivocan). Resumiendo: cada uno contará la experiencia tal y como la vivió, pero visto lo visto, en mi opinión no hace falta madrugar, y por el contrario, sí creo muy conveniente aprovechar el día hasta el final; la soledad y la luz del atardecer incidiendo directamente sobre el rompiente de olas puede tener su recompensa.

La calidez de las luces del atardecer incide directamente sobre el rompiente de las olas.




Atardecer en la playa.


Y siguiendo con las preguntas que planteaba inicialmente, le toca el turno a la forma de combatir el frío. Debo decir que nos tocó un tiempo de perros, con temperaturas siempre bajo cero (la prueba es la gran nevada que tuvimos en la misma playa), y con el camino de acceso completamente helado, pero puedo asegurar que nunca pasé un frío demasiado intenso, y por supuesto nada de extremo como aseguran algunos. He pasado más frío en La Serena con las Grullas; y no digamos en Gallocanta. El equipamiento quizá tuvo mucho que ver. El mismo era el que uso habitualmente para esquiar: ropa interior térmica, pantalón para esquí, camisa, forro polar, chaquetón y guantes de esquí, gorro, y olvidé en el alojamiento las gafas de ventisca (que me hubieran sido muy útiles en algún momento). Bueno, añadí también un chaleco acolchado y un chubasquero. Con esa ropa siempre estuve cómodo, y los únicos problemas que detecté fueron los derivados del uso de guantes, que me hicieron perder un buen número de fotogramas de interés, pero a cambio me mantuvieron las manos calientes durante todo el tiempo. En cuanto al calzado, usé botas de goma, empleando un truco adicional proporcionado por un amigo del ejército: dos pares de calcetines, y encima (entre estos y la bota) papel de periódico para absorber la humedad y mantener los pies calientes. Nunca lo había probado y funcionó a las mil maravillas.

No sólo se fotografían focas en la playa de Donna Nook.


Por lo que respecta al equipamiento necesario y la protección de este, poco puedo añadir a lo mucho que hay publicado al respecto. Las condiciones son extremas: frío intenso, lluvia, nieve, viento que arrastra arena… una verdadera prueba de fuego para nuestros equipos. Comenzando por las ópticas, casi siempre utilizamos 200-400 y en menor medida 70-200 + 1.4 (llevé dos cuerpos para no tener que cambiar en plena faena). El uso de ópticas más cortas requerirían unas aproximaciones no recomendables si queremos garantizar el bienestar de los sujetos.



La utilización de una funda que cubra nuestro teleobjetivo y la parte frontal del cuerpo es imprescindible (a pesar de reducir la maniobrabilidad del zoom), pero en cualquier caso siempre queda al descubierto la lente y la parte trasera de la cámara. La lente es imprescindible, y por ello se impone alguna que otra limpieza, a veces de una forma que en condiciones normales consideraríamos temeraria; pero es lo que hay. En cuanto a la parte trasera de la cámara, mi amigo Dani se inventó un truco casero digno de mención: utilizó un gorro de ducha (de esos que te dan en los hoteles) que ajustaba perfectamente a la cámara con el elástico, y haciendo un pequeño agujero en el visor, todo resuelto. Por último aconsejo llevar un taburete, pues aunque muchas imágenes se obtienen a ras de suelo, tumbándote en la arena, otras muchas se consiguen a una altura ligeramente mayor: justo la que se consigue al estar en cuclillas o arrodillado (sufriendo en definitiva), … o cómodamente sentado. Y la verdad, para aguantar horas y horas, el taburete ayuda mucho.





Y para finalizar voy a exponer, como decía, algunas apreciaciones personales. Como he defendido muchas veces, en los tiempos en que nos ha tocado vivir, la naturaleza debe entenderse como un conjunto de recursos naturales que debemos cuidar y mantener, y la mejor forma de hacerlo es conseguir que produzcan una rentabilidad económica en las poblaciones locales. Donna Nook tiene el recurso de las focas, y por lo que he tenido la ocasión de ver en mi corta estancia, así como por las informaciones que me han proporcionado otros muchos fotógrafos que han visitado la zona, no está siendo devastado ni asolado por los fotógrafos como para imponer más restricciones de las que ya hay. Hablo de los fotógrafos, no de lo que pueda hacer la RAF, ni de los recorridos por la playa de los vehículos de Guardacostas. Por tanto, la polémica en torno a los fotógrafos en mi opinión no es más que la de siempre; la que sacan a relucir algunos. Y repito que no hay nada peor que hablar y opinar sin saber.

Foca con plástico en torno al cuello.


En este caso el plástico se ha incrustado en la piel.


vehículo de Guardacostas recorriendo la playa. Ni que decir tiene que todas las focas huían de forma escandalosa.


A los conservacionistas que al parecer tanto se preocupan por el bienestar de las focas de Donna Nook, les diría que en lugar de cuestionar la presencia de fotógrafos bien podrían preocuparse por las propias focas, realizando estudios sobre el grado de salud de la población, o de control sobre la incidencia de personas en la playa, o simplemente realizando trabajos tan sencillos como liberar a las focas de redes, cuerdas, plásticos y todo tipo de desperdicios que les estrangulan el cuello y que acaban por incrustarse en su piel produciendo graves heridas.

No me hubiera importado incluso pagar una cuantía económica por acceder a la paya si supiera que ese dinero se emplea en la protección y el bienestar de las focas, con la realización de las medidas anteriormente descritas o de cualquier otra que permita asegurar el futuro de esta colonia. Y creo que esto siempre sería una mejor opción que las restricciones de las que tanto se habla.

Juan Carlos y Dani. Queridos compañeros de viajes. Seguid siendo como sois. Y que podamos hacer muchos otros viajes juntos, lejos o cerca. Un abrazo, amigos.


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