jueves, 21 de abril de 2011

Un día de Avutardas 7 de 7

El pasado sábado día 9 de Abril, disfruté de una sesión de Avutardas aunque casi, casi fue por obligación. Digo esto porque, a pesar de programar con tiempo el día de entrada a los hides en fin de semana (cuando más demandados están) y cuando el lleno estaba asegurado, en el último momento (el día anterior y por diferentes causas, entre las que se hallaba el éxito previo) se descolgaron nada menos que cuatro fotógrafos, y sin tiempo material para avisar a nadie o casi nadie, tanto por motivos de distancia como de los planes de cada cual, me vi en la “cuasi obligación” de hacer una entrada, junto a otros dos buenos amigos a los que por cercanía sí era medianamente factible avisarles en cuestión de horas. Aún así, quedó un hide libre.

Como siempre que entro, voy o bien al hide que los demás dejan libre (cuando hay preferencias), o bien al último al que se accede, después de dejar a los demás en un recorrido lo más corto posible. Y esta vez me tocó el único hide que no había utilizado.

Retrato de macho. 500 mm. + 1.4 y recorte de un 20% para reencuadrar.


Después del madrugón correspondiente, del viaje en plena noche, del acceso a los distintos hides en total oscuridad, me tocaba acceder al mío. El recorrido se me hizo eterno, y creo que no sólo por la distancia (es el más alejado de todos) sino por haber tenido que acompañar previamente a los demás, y, como no, por las dudas que te asaltan sobre la idoneidad del sitio, la entrada de forma tan precipitada sin haber tenido tiempo de madurarlo, la obsesión por acceder al hide en total oscuridad, las cosas que dejas sin hacer para pasar 15 horas inciertas en menos de dos metros cuadrados, …
Por fin a las 6:45 estaba en el hide. Dejé las cosas desparramadas por el suelo de cualquier manera, me senté en la silla y, siguiendo las normas de no encender luces, cerré los ojos e intenté relajarme hasta que las primeras luces del día me permitieran preparar el equipo. Dormir, imposible, por supuesto. Y como todo llega, en torno a las 7:40, media hora antes de la salida del sol, ya podía ver algo y me puse manos a la obra organizando el espacio y montando cámara y teleobjetivo sobre el trípode. Es frecuente que me pregunten qué ventana usar al principio, y mi respuesta es siempre la misma: yo no uso ninguna; monto la cámara y el tele, y los dejo sobre el trípode en espera de lo que venga; un pequeño hueco en cada ventana para mirar bien por todos los alrededores, y cuando se vea venir una Avutarda ya habrá tiempo de usar la ventana que sea, eso si, nunca sacar el tele para enfocar directamente a un ave que se acerca; mejor se la espera por el lateral por el que va a pasar.

Macho en plena exhibición, y hembra a lo suyo... algo bastante habitual.


Empieza la espera. Das un repaso mental a un montón de cosas: la familia, el trabajo, las cosas pendientes de hacer, proyectos, éxitos, fracasos, Fukushima, Garoña, Almaráz… Mejor algo más positivo: tu familia, que una jornada más está sin ti. ¡Ya te vale! Hombreeeee, he dicho más positivo: tus hijos, ya en la universidad y bachillerato respectivamente; pero si parece que ayer mismo aprendieron a caminar. Si eran unos retacos cuando iniciamos esta aventura de los hides y hasta se venían contigo durante las largas horas de observaciones ¡cómo pasa el tiempo! Miras las paredes de piedra del hide, los marcos de las ventanas, la multitud de piedras entrelazadas algunas con argamasa, otras sin ella, la puerta metálica (por cierto, este año nos robaron dos antes de iniciar la temporada) ¡vaya acémilas que hay por ahí! Cuantos recuerdos de los días en los que construimos los hides, de las mejoras que poco a poco se fueron haciendo, de los buenos y malos ratos pasados en el interior de algunos. Con el tiempo van apareciendo empresas y particulares que ofrecen hides para distintas especies, y algunos ofrecen un confort digno de elogio; no era esa la situación hace 14 años cuando unos locos de una asociación conservacionista iniciamos esta aventura. Está claro que no son válidas las comparaciones, sobre todo si se refieren a hides de especies en medios forestales o de montaña, donde es posible camuflarlos más fácilmente entre la vegetación o entre rocas; aquí el espacio es totalmente abierto y el único camuflaje lo suponían pequeñas edificaciones de piedra en forma de media luna, que construyeron antaño los pastores para protegerse de las inclemencias del tiempo. En su día pensamos que con cerrar el semicírculo se podrían conseguir grandes aproximaciones,… y estábamos en lo cierto. Luego se probó con un hide de madera y más tarde con otro, y finalmente otro más, que sumados a los 4 de piedra hacen un total de 7 las plazas disponibles. Las dimensiones de unos y otros, aun siendo suficientemente holgadas para una persona, no permiten lujos,… ni lo pretendemos. Como precursor de esta actividad y director de la misma, yo entiendo que lo importante es que cumplan su cometido, y esto lo hacen a la perfección. ¿de qué serviría el lujo si no funcionaran para la fotografía de Avutardas, o si los resultados fueran mediocres? Además, para incluir accesorios como un wc químico deberían tener unas dimensiones mayores, y ya no pasarían tan inadvertidos. Porque lo que está claro es que por fuera están completamente integrados en el entorno. Si a eso añadimos que por dentro dan cobijo, protegen de la lluvia, tienen ventanas en todas direcciones, y funcionan muy bien ¿para qué pedir más? Si a veces hasta albergan su propia fauna; lo digo por el lagarto ocelado con el que conviví durante toda la jornada ¡cuántos fotógrafos han cumplido aquí buena parte de sus sueños! Es obvio que no todos los que han venido; pero la amplia mayoría, si. Por otra parte desde un principio nuestros intereses no han sido ni son empresariales sino conservacionistas, y por ello los fondos recabados son compartidos con el ganadero (entendemos que la conservación tiene que partir de quien más cerca está de las especies, y esa conservación per se no funciona sin un aliciente económico) empleando el resto en distintos proyectos de conservación, entre los que cabría mencionar el estudio de accidentalidad de aves en alambradas y tendidos eléctricos (que afecta mayormente a las Avutardas) o la conservación de otras aves como el Aguilucho Cenizo, el Cernícalo Primilla o la Carraca.

Macho persiguiendo a hembra.


Son casi las 9:30, la hora que me he propuesto para desayunar algo. Mucho movimiento (más de 50 Avutardas distintas) pero todas lejos; como mínimo a 300 metros. Sólo dos o tres fotogramas de composición al amanecer. Me empiezo a comer el tarro. Mira que si no hago nada en todo el día. Me tranquilizo a mí mismo: quedan muchas horas por delante; seguro que a lo largo del día alguna pasa cer….. caguen la leche, ¡pero si está aquí! Se aproxima el primer macho a muy poca distancia. Le espero por el lateral al que se dirige, como es debido. No me entra en el fotograma de ninguna manera. Tengo el 500 más el 1.4, y no he tenido tiempo de retirar este último. Es igual, intento unos retratos; pasa rápido, pero alguno saldrá. Me da tiempo a hacer 19 fotos, fotograma a fotograma, con toda tranquilidad. Sin ráfagas. Perdido el ángulo podría intentar cambiar de ventana, pero además del riesgo de que me vea, estaría algo girado, y ya no es lo mismo. Lo dejo ir y miro las fotos. Bueno, por lo menos ya hemos matado el gusanillo. Ya no nos vamos de vacío.

Hembra.



10:09. Un grupo de hembras se dirige hacia mi, y un macho persigue a la más rezagada. Me pasarán por el lado Suroeste (con buena luz); me preparo a esperarlas. Buenas fotitos de hembras, y finalmente del macho, que pasa a las 10:14 a unos veinte metros. No va mal el día. Miro los alrededores; el no 2 de madera tiene un macho cerca. Felicidades Jesús. Aparece otro macho a las 10:19 que sigue la misma ruta. Bueno, bueno.
Son las 10:39 cuando descubro un macho de Sisón a menos de diez metros por el Suroeste (luz buena). No sé de dónde ha venido, porque lo ha hecho en completo silencio. Está comiendo tranquilamente. Me pongo a hacerle fotos mientras el lagarto empieza a escalar entre las piedras y gana el techo; el roce de sus uñas con el tejado metálico pone en guardia al Sisón, que se aleja poco a poco. ¡Joder con este bichejo! Bueno, tampoco hay que quejarse, pues la visita del Sisón era totalmente inesperada; no ha ido mal, 12 fotos.
11:25. Un macho haciendo la rueda a pocos metros (me da la impresión que a poco más de 5) del hide de piedra nº 2. Daniel lo tiene que estar pasando en grande. Veo la rueda durante más de 5 minutos, hasta que se desliza hacia el Oeste, pero al parecer sigue allí. Luego no resultaron ser 5 metros, pero según sus palabras no muchos más.
El calor empieza a notarse. El movimiento cesa por momentos. Casi mejor así, porque la luz es muy dura. Es hora de relajarse un poco y descansar, pero sin levantar la guardia por completo.
Desde poco después de las 10:30 estoy viendo a dos machos enfrentados y casi no se mueven. Se pasan largos ratos mirándose a pocos centímetros, a veces se lanzan furiosos picotazos y hasta se empujan con el pecho. Ahora son las 14:20 y por fin empiezan a alejarse uno de otro. Lástima que todo el tiempo estuvieran a 300 metros.

Macho.


15:51. Descubro 2 hembras de sisón aproximándose. No se acercan demasiado, sólo a 30 metros, pero bien a pesar de la fuerte luz. No se puede levantar la guardia.
17:27. Por casualidad veo una cabeza levantarse entre la hierba. Y la cabeza corresponde a un gran macho de Avutarda, que al parecer está sesteando a unos 50 metros por el Este. No sé cómo ni cuándo llegó, pero ahí está. No le quito ojo por si se levanta, pero tampoco descuido los alrededores.
17:35. Se aproxima un macho por el Sureste. Tiene trazas de pasar cerca,… y lo hace. Luz todavía un poco dura, pero bueno, es lo que hay. Pasa muy lentamente, comiendo pequeños langostos. Le hago cuantas fotos me apetece, pues tarda en pasar unos 12 minutos.
18:16. El macho de la siesta se levanta y se encamina hacia el hide. En su caminar pasa junto a las dos hembras de sisón. Gracias al 200-400 entro a los tres en el mismo fotograma. ¡Vaya diferencia de tamaños!

Hembra de Sisón.


19:05. Un macho haciendo display (me gusta más este nombre que “rueda”, y el motivo lo expuse en su día en mi libro) a unos 70 metros por el Este. Poco después otro macho se mueve por la misma zona, acercándose hasta los 40 metros. Se lo toma con calma, comiendo también, y no hace mucho caso a las hembras junto a las que pasa. Y ellas a él, menos aún. Como cabría esperar.
19:30. Otro macho por el Este, a unos 30 metros. Hace un intento de “display” pero lo deja y se aproxima más aún. Se pone a comer y deambula en dirección noroeste.
20:10. Otro macho a 30 metros, cruzando de Oeste a Este, con la mejor luz de todo el día. Tengo la esperanza de que el trasiego continúe, pero esto será el colofón, y la verdad es que no puedo pedir más. Varios gigas, y espero que alguna foto buena.
El movimiento continúa en la lejanía, y a las 21:35 salgo del hide en una oscuridad casi completa, máxime por la ausencia de luna. Una vez reunidos y en ruta vamos haciendo balance de la jornada, que para todos ha sido positiva. Los que faltaron a última hora se han perdido un gran día, pero qué se le va a hacer; así es esto.

Macho próximo a uno de los hides.






Este macho de Sisón se aproximó bastante al hide.


Macho en plena rueda a pocos metros de otro hide.


Macho sesteando.


Macho de Avutarda y dos hembras de Sisón. La diferencia de tamaño "entre primos" es considerable.










Grupo de Avutardas en las inmediaciones de las naves ganaderas de la finca. Es obvio que aquí no se menten con ellas.


Una de mis imágenes favoritas de toda la jornada.




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