jueves, 10 de enero de 2013

La Dehesa Extremeña. Escenario para las Grullas.

Vista aérea de la Dehesa de Los Berciales. La Serena. Abajo grupo de Grullas en la dehesa anterior.
La dehesa siempre fue por excelencia el lugar predilecto para la invernada de las Grullas en Extremadura. También fue siempre uno de los principales y característicos biotopos de nuestra región, aunque conviene precisar que tal biotopo no es natural, sino que fue creado por el hombre. Sin embargo tal creación no fue ni mucho menos súbita, sino el resultado de un lento proceso consistente en el aclarado paulatino de árboles y la eliminación del matorral subyacente, con la idea de disponer de pastos para la ganadería y zonas de cultivo de cereales. Este proceso fue lento y permitió a muchos animales a adaptarse a las circunstancias y continuar el nuevo hábitat que se creaba. Otros por el contrario llegaron atraídos por las nuevas condiciones que se habían creado.
Las Grullas debieron descubrir las dehesas a medida que estas se fueron creando, y su expansión por las mismas debió ser casi paralela a la proliferación de este nuevo medio. En él encontraban todo lo necesario para pasar el invierno: una temperatura suave, una relativa tranquilidad, y sobre todo unos frutos que se traducían en abundante comida de gran valor energético: las bellotas.
Arriba pareja de Grullas alimentándose de bellotas. Abajo familia de Grullas alimentándose bajo encina.
Durante décadas (en algunos casos es probable que incluso durante centenares de años) las dehesas extremeñas fueron casi el único lugar de invernada de las Grullas de la mayor parte de Europa Occidental. Durante ese tiempo las dehesas permanecían inmutables. Año tras año. Sin duda hubo muchas Grullas que, fieles a su lugar de invernada, contemplaron cada invierno el mismo paisaje, sin otra alteración que el cambio anual de la hoja dedicada a siembra, o que la poda de cierto arbolado, en este caso cada década. Así durante toda su vida, desde su primera invernada con menos de un año, hasta la última con más de quince. Una tranquilidad que no parecía tener fin. Las dehesas eran un modelo de explotación racional del terreno que podría durar eternamente.
Sólo en la dehesa se consigue observar, o fotografiar a las Grullas en medio de contrastes como este. Pero la mecanización llegó al campo. La agricultura se desarrolló y empezó a ser más productiva. Agricultores y ganaderos incrementaron gracias a ello sus ganancias y su nivel de vida. Y por fin empezaron a disfrutar de un poco de ocio. Si todo hubiera terminado ahí habría estado bien. Pero no. El ser humano siempre quiere dar un paso más. La ambición le ciega. Y de repente decidió que las dehesas eran un modelo desfasado que había que eliminar. En toda Extremadura miles de hectáreas de dehesa fueron destruidas para siempre y transformadas en eriales o en regadíos, en su mayor parte dedicados a cultivos de maíz y arroz. La mayor parte de la fauna desapareció, pero las Grullas se adaptaron en seguida. No en vano, seguían teniendo comida en abundancia, espacios más abiertos para percibir posibles peligros, y además ahora una gran abundancia de zonas encharcadas para usarlas como dormideros.
Las luces y contrastes del amanecer sólo son posibles en la dehesa. Es obvio que hoy día muchas de nuestras dehesas siguen estando ahí, pero no están libres de amenazas: aclarado de árboles, trazado de nuevos caminos y pistas, de líneas eléctricas, construcción de viviendas de segunda residencia, molestias por caza intensiva, empleo masivo de herbicidas en la agricultura, cargas ganaderas desmesuradas, … todo ello nos dice que en muchas dehesas el modelo tradicional de explotación racional de los recursos se perdió; y que el futuro es incierto. Ahora es habitual que las Grullas si encuentren cambios en sus zonas de invernada; algunos sólo apreciables por ellas, desde el cielo. Otros en cambio completamente drásticos y apreciables desde tierra. Eso sí, todos en contra de la perpetuación de las dehesas como zonas de invernada para estas hermosas aves.
El arbolado y sobre todo el matorral subyacente permite instalar hides para fotografía consiguiendo un camuflaje que no se puede tener en otros lugares de invernada. Pero todavía no es tarde. Debemos reivindicar el mantenimiento de nuestras dehesas como zonas de invernada de Grullas, y con ello de toda una forma de vida basada en la sostenibilidad de los recursos naturales y de conservación del medio natural. En estos tiempos cambiantes e inciertos, en los que los modelos productivos desarrollistas han fracasado estrepitosamente y los pocos que perviven están en plena crisis, debemos apostar por modelos más tradicionales y respetuosos con la vida y con el entorno. El turismo de naturaleza tiene una gran cantidad de variantes y todas ellas tienen cabida en nuestra región y en particular en sus dehesas. Tenemos todavía lo que en muchos países de Europa se ha perdido: un paisaje natural, una flora, una fauna salvaje y unos recursos naturales que son únicos. Podemos ser uno de los principales recursos turísticos de Europa, gracias a las Grullas y también a otras muchas especies de aves de la dehesa y de otros entornos. Pero para ello primero es necesario que aprendamos a conocer nuestro potencial y a valorar su gran importancia. Sólo así nos esforzaremos en conservar nuestras dehesas y demás biotopos naturales. Sean pues las Grullas las que nos ayuden a ello.
Para contribuir a ese cambio tan deseable como necesario, que se convierta en una protección integral de nuestras dehesas, y con ellas de las Grullas que en ellas invernan, desde aquí invito a ornitólogos, fotógrafos de naturaleza, conservacionistas, viajeros, y en general a todas aquellas personas interesadas en disfrutar de un espectáculo tan sorprendente y a la vez natural como es la invernada de las Grullas, a que lo hagan en el entorno incomparable de las dehesas extremeñas. Hay otros lugares en Extremadura donde observar Grullas; pero no es lo mismo.
Atardecer en la Dehesa. Las Grullas marchan hacia el dormidero. Otro de los espectáculos propios de la dehesa.
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