La única vez en mi vida que me ha tocado la lotería fue allá
por Febrero del presente año. Y hasta recibí una llamada del Gobierno de Aragón
para informarme de ello: me había correspondido una plaza en el sorteo anual de
estas para el hide de “El Cebollar” en Torla, uno de los dos únicos lugares
autorizados en España para la fotografía del Quebrantahuesos (vamos,
autorizados y que además funcionan). Al otro existente ya tuve la ocasión de
acudir en 2011 gracias a mi amigo Jordi Canut, a quien aprovecho para enviar un
fuerte abrazo. Quienes quieran ver una entrada de tal ocasión pueden hacerlo
pinchando aquí: http://bionaturfoto.blogspot.com.es/2011/11/azor-aragones-y-carroneros-leridanos-y.html
Volviendo a las sesiones de este año en “El Cebollar”, voy a
seguir relatando un poco la historia que me llevó allí. Como la mayoría debe
saber, el número de plaza que se obtiene en el sorteo da derecho a elegir una
fecha, y aunque insisto que fui uno de los agraciados por la lotería, en mi
caso el premio no fue el gordo ni mucho menos, pues tenía el puesto nº 11 de un
total de 12. Esto quiere decir que las fechas más idóneas estaban cogidas de
hacía tiempo, y tuve por tanto que elegir entre Julio y Septiembre. Me decanté por Septiembre gracias al consejo
de otro buen amigo, en este caso Enrique Santos, de cuya compañía pude gozar en
mi anterior experiencia fotografiando Quebrantas en Buseu, y cuya dilatada
experiencia con la especie me hizo aprender mucho y me sirvió para conseguir
mejores resultados de los que por mi solo habría obtenido.
Cuando se iba aproximando el momento, y siguiendo las
indicaciones del permiso, contacté con el Agente de Medio Ambiente encargado
del comedero para concretar la fecha dentro de los días posibles, y para hacer
esas habituales preguntas y resolver esas cuestiones que uno se plantea antes
de de acudir a un nuevo sitio. Por cierto, sobre nombre de “el Cebollar”; tenía
la curiosidad de conocer a qué hace referencia tal topónimo, sabiendo que no
era precisamente el lugar más idóneo para el cultivo de cebollas. El agente Manuel
Grasa me aclaró que se debe a la abundancia en la zona del bulbo de Chenopodim majus, muy apreciado por los
jabalíes. Todo tiene su explicación en esta vida. Volviendo a Manuel, ya me
habían hablado de su carácter afable y cordial, pero ahora puedo decir que
tales calificativos se quedan cortos. Durante los días que le traté pude ver a
un hombre acogedor, amistoso, buen conocedor de su trabajo y siempre atento. Un
gran profesional y una gran persona. Lo mismo que Enrique, cuando le hablé de
la fecha que me había correspondido me dijo que no era la mejor, pero tampoco
la peor; y hoy puedo decir que ambos tenían toda la razón.
Las circunstancias meteorológicas reinantes en la zona
durante el siempre cambiante mes de Septiembre, y las previsiones que
anunciaban en televisión, me hicieron decantarme por los tres primeros días, y
así regresar lo antes posible, pues son muchas las tareas que uno tiene
pendiente. Además ello me permitía visitar de regreso al amigo Enrique Santos y
su compañero “Amapolo” que nunca defrauda. Y no sólo no defraudó, sino que
tanto él como su compañera “Amapola” se portaron de maravilla, pero esa es otra
historia que espero contar en otra ocasión.
Durante esos tres días tuve un tiempo cambiante, con sol,
nubes, lluvia, y hasta niebla, pero siempre tuve la suerte de no tener
contraluces debido tanto a las nubes reinantes durante buena parte del tiempo,
como a los momentos de aparición en escena de los Quebrantas.
La rutina diaria consistía en salir de la casa rural de la
familia López en Fragen (muy recomendable, por cierto), reunirme con Manuel al
inicio de la pista, y seguirle hasta las proximidades del comedero. El último
tramo lo hacíamos en su vehículo, hasta el repetidor próximo al hide. Desde
allí a pie. Luego, mientras él se dedicaba a la preparación de la comida, yo me
acomodaba dentro del hide. Las primeras aves en llegar eran los Buitres
Leonados, que en alguna ocasión se presentaron aún con Manuel haciendo los
preparativos. A continuación llegaban Cuervos y Cornejas, y los Quebrantas se
hacían rogar un poquito más, pero no defraudaron ninguno de los días. Al final
de cada jornada, y una vez comprobado que no había aves en las inmediaciones
desde hacía tiempo, hacía la salida internándome enseguida en el bosque, y
saliendo de la protección del mismo bien lejos del hide. Bajada en solitario a
Fragen y visionado de las imágenes. Cena y a descansar.
La verdad es que fueron tres días inolvidables. Me hacía
falta una experiencia así, varios días dedicados por completo a la fotografía, …
y tuve la suerte de disfrutar de ella nada menos que con los quebrantas.
Pongo aquí algunas de ellas, que no son una selección de las
mejores, sino una selección de las enviadas a Manuel para complementar el
documento que hay que entregar sobre las aves avistadas tanto en el comedero
como en vuelo.