martes, 28 de octubre de 2014

Quebrantahuesos, rey de las cumbres pirenaicas.


La única vez en mi vida que me ha tocado la lotería fue allá por Febrero del presente año. Y hasta recibí una llamada del Gobierno de Aragón para informarme de ello: me había correspondido una plaza en el sorteo anual de estas para el hide de “El Cebollar” en Torla, uno de los dos únicos lugares autorizados en España para la fotografía del Quebrantahuesos (vamos, autorizados y que además funcionan). Al otro existente ya tuve la ocasión de acudir en 2011 gracias a mi amigo Jordi Canut, a quien aprovecho para enviar un fuerte abrazo. Quienes quieran ver una entrada de tal ocasión pueden hacerlo pinchando aquí: http://bionaturfoto.blogspot.com.es/2011/11/azor-aragones-y-carroneros-leridanos-y.html

Volviendo a las sesiones de este año en “El Cebollar”, voy a seguir relatando un poco la historia que me llevó allí. Como la mayoría debe saber, el número de plaza que se obtiene en el sorteo da derecho a elegir una fecha, y aunque insisto que fui uno de los agraciados por la lotería, en mi caso el premio no fue el gordo ni mucho menos, pues tenía el puesto nº 11 de un total de 12. Esto quiere decir que las fechas más idóneas estaban cogidas de hacía tiempo, y tuve por tanto que elegir entre Julio y Septiembre.  Me decanté por Septiembre gracias al consejo de otro buen amigo, en este caso Enrique Santos, de cuya compañía pude gozar en mi anterior experiencia fotografiando Quebrantas en Buseu, y cuya dilatada experiencia con la especie me hizo aprender mucho y me sirvió para conseguir mejores resultados de los que por mi solo habría obtenido.

Cuando se iba aproximando el momento, y siguiendo las indicaciones del permiso, contacté con el Agente de Medio Ambiente encargado del comedero para concretar la fecha dentro de los días posibles, y para hacer esas habituales preguntas y resolver esas cuestiones que uno se plantea antes de de acudir a un nuevo sitio. Por cierto, sobre nombre de “el Cebollar”; tenía la curiosidad de conocer a qué hace referencia tal topónimo, sabiendo que no era precisamente el lugar más idóneo para el cultivo de cebollas. El agente Manuel Grasa me aclaró que se debe a la abundancia en la zona del bulbo de Chenopodim majus, muy apreciado por los jabalíes. Todo tiene su explicación en esta vida. Volviendo a Manuel, ya me habían hablado de su carácter afable y cordial, pero ahora puedo decir que tales calificativos se quedan cortos. Durante los días que le traté pude ver a un hombre acogedor, amistoso, buen conocedor de su trabajo y siempre atento. Un gran profesional y una gran persona. Lo mismo que Enrique, cuando le hablé de la fecha que me había correspondido me dijo que no era la mejor, pero tampoco la peor; y hoy puedo decir que ambos tenían toda la razón.


Las circunstancias meteorológicas reinantes en la zona durante el siempre cambiante mes de Septiembre, y las previsiones que anunciaban en televisión, me hicieron decantarme por los tres primeros días, y así regresar lo antes posible, pues son muchas las tareas que uno tiene pendiente. Además ello me permitía visitar de regreso al amigo Enrique Santos y su compañero “Amapolo” que nunca defrauda. Y no sólo no defraudó, sino que tanto él como su compañera “Amapola” se portaron de maravilla, pero esa es otra historia que espero contar en otra ocasión.

Durante esos tres días tuve un tiempo cambiante, con sol, nubes, lluvia, y hasta niebla, pero siempre tuve la suerte de no tener contraluces debido tanto a las nubes reinantes durante buena parte del tiempo, como a los momentos de aparición en escena de los Quebrantas.


La rutina diaria consistía en salir de la casa rural de la familia López en Fragen (muy recomendable, por cierto), reunirme con Manuel al inicio de la pista, y seguirle hasta las proximidades del comedero. El último tramo lo hacíamos en su vehículo, hasta el repetidor próximo al hide. Desde allí a pie. Luego, mientras él se dedicaba a la preparación de la comida, yo me acomodaba dentro del hide. Las primeras aves en llegar eran los Buitres Leonados, que en alguna ocasión se presentaron aún con Manuel haciendo los preparativos. A continuación llegaban Cuervos y Cornejas, y los Quebrantas se hacían rogar un poquito más, pero no defraudaron ninguno de los días. Al final de cada jornada, y una vez comprobado que no había aves en las inmediaciones desde hacía tiempo, hacía la salida internándome enseguida en el bosque, y saliendo de la protección del mismo bien lejos del hide. Bajada en solitario a Fragen y visionado de las imágenes. Cena y a descansar.


La verdad es que fueron tres días inolvidables. Me hacía falta una experiencia así, varios días dedicados por completo a la fotografía, … y tuve la suerte de disfrutar de ella nada menos que con los quebrantas.


Pongo aquí algunas de ellas, que no son una selección de las mejores, sino una selección de las enviadas a Manuel para complementar el documento que hay que entregar sobre las aves avistadas tanto en el comedero como en vuelo.
 


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